Corresponsabilidad
Muéstrale al niño el camino
que debe seguir, y se mantendrá
en él aun en la vejez."
~ Proverbios: 22:6 ~
SEMBRANDO LA SEMILLA
Dios en su infinita bondad nos colma a cada uno de nosotros
con sus dones, con la expectativa que se desarrollen y se utilicen con el fin de engrandecerlos y compartirlos con nuestra
comunidad y el mundo para mostrarle al Señor nuestro sumo agradecimiento. Describimos la palabra "stewardship" (Corresponsabilidad) de esta manera: compartiendo los dones de Dios.
LOS NIÑOS
Así como se trabaja la milpa, cultivando, deshojando, regando, así
también criamos a nuestras familias, educando a los hijos para dar gracias a Dios, compartir con sus hermanos y sus vecinos.
Así como la plantita de maíz crece y se distingue, así el niño reconoce sus propios talentos y los desarrolla según su capacidad.
LOS JOVENES
Los jóvenes están llenos de energía y capacidad para conquistar el
mundo. Así como el jardinero escarba los surcos para mejor dirigir el agua que da vida a la planta, así es necesario que los
padres de familia y tutores vigilen y guíen los jóvenes para que ellos descubran e utilicen sus propios dones y talentos.
Los jóvenes bien dirigidos seguirán la llamada del Espíritu Santo en forma de servicios a su hogar, la comunidad y su iglesia.
LOS ADULTOS
El adulto en su madurez o ya jubilado tiene varias oportunidades de servir a su comunidad.
En su empleo reconoce que sus prójimos son hijos e hijas de Dios y que todos colaboran por el bien de sí mismos y los demás.
También es tiempo para reevaluar el talento y las habilidades para escoger un ministerio que mejor sirva a la comunidad cristiana.
El adulto es un buen servidor cuando asiste activamente en las fiestas y liturgias. En su servicio a la iglesia el adulto
es un modelo para la juventud.
LOS ANCIANOS
Los ancianos e incapacitados son buenos servidores cuando rezan sus rosarios diariamente
por las necesidades y el bien de su comunidad. La interacción entre los jóvenes y los ancianos es saludable físicamente y
espiritualmente para ambos. El cariño y el respeto que mostramos a nuestros ancianos sirve para aliviar la soledad y tristeza
que frecuentemente los aflige. En gratitud el anciano comparte su gran fe y amor a Dios con sus familiares, reconociendo que
Dios es amor perfecto y cumple con su promesa de eterna salvación.
El compartir de nuestro tiempo,
talento y tesoro retoña en cualquier época de nuestras vidas cuando reconocemos con suma gratitud que el Señor es la fuente
de todos los dones.